Juegue
quien juegue
UNAI OIARTZUN
Admito
que bajé al Stadium Gal con la extraña sensación de conformarme
con un empate. Más que por el antecedente de la derrota en
Majadahonda, por la plaga de bajas que asolaba el centro del campo
txuribeltz. No imaginaba un Real Unión realmente competitivo sin
Rodellar, Mikel Alonso, Eneko Romo o Juan Domínguez. Iriondo había
participado muy poco en liga, y lo había hecho siempre acompañado
de al menos uno de los veteranos. En esta ocasión formaba pareja con
Urkizu, toda una incógnita a la vuelta de su lesión, y más si cabe
en una posición que no es la natural. Por si fuera poco, Aitor
Zulaika optó por jugar con dos delanteros. De modo que esperaba un
centro del campo despoblado y descontrolado. Lo fue, pero por ambas
partes. El balón no pasó demasiado tiempo en la medular. Cruzó el
campo rápidamente, de área a área. Las ocasiones se sucedieron, y
lo raro es que el marcador acabara reflejando el empate a cero.
No
sería justo desmerecer el trabajo de los citados centrocampistas. La
verdad es que se desvivieron por cumplir en una tarde complicada para
ellos, y ejemplo de su esfuerzo son las sobrecargas que obligaron a
Iriondo a abandonar el verde. Le sustituyó el central Arzamendi, que
solventó la papeleta de la mejor manera posible. Con esto quiero
remarcar el papel que están jugando los teóricos suplentes. El
Unión está viviendo un momento verdaderamente complicado a causa de
las lesiones. Pero la plantilla está respondiendo, para reducir el
daño de las bajas a la mínima expresión. A pesar de todos los
contratiempos, el equipo sigue compitiendo, sigue sumando y se
mantiene en el grupo cabecero. Eso permite al resto trabajar con la
tranquilidad necesaria, para recuperarse del todo y llegar al cien
por cien al tramo decisivo del campeonato. El mérito de la gran
temporada que está realizando el Real Unión lo tienen todos y cada
uno de los jugadores. Además del cuerpo técnico, claro está.
¿Preocupa
el hecho de no haber sumado más que un punto en dos jornadas?
Verdaderamente, no. Tras el tropiezo del Cerro del Espino, el Unión
volvió a mostrarse competitivo ante el Getafe B. Incluso con un
centro del campo mermado, mantuvo la portería a cero y generó
cantidad de ocasiones de gol. Faltó definición, calidad en los
últimos metros. Galán no tuvo la puntería de sus mejores tardes, y
se marchó visiblemente enfadado por esa razón. Goikoetxea, Silas y
Ozkoidi también estuvieron a punto de conseguir el ansiado gol. Pero
a veces los defensas, otras un acertado guardameta visitante,
evitaron la victoria local. Llegarán de nuevo los partidos en los
que media ocasión sirva para ver a los txuribeltz con ventaja en el
marcador. De momento toca saborear el punto como se merece.
Valorarlo, descansar y preparar el siguiente asalto. No hay tiempo
para lamentarse. Los rivales aprietan y obligan a puntuar. Sea en
casa, o lejos de ella. En este caso, en el estadio Fernando Torres de
Fuenlabrada.
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