Con
las botas puestas
UNAI
OIARTZUN
Termina la temporada, y entra en la historia del Real Unión. Lo hace
por ser la del centenario del club, pero también por un éxito
deportivo muy por encima de las expectativas. El equipo txuribeltz ha
cumplido, con creces, los objetivos marcados en pretemporada. Ha sido
competitivo, ha demostrado carácter y personalidad. Ha hecho vibrar
a los aficionados, devolviendo la ilusión y la pasión al Stadium
Gal. El Real Unión ha vuelto a ser campeón, conquistando la Copa
Federación y celebrando su consecución tal y como la ocasión lo
merecía. Pero es que además, el equipo ha logrado ser cuarto en la
dura competición de la regularidad. Solo tres equipos han sumado más
puntos que los txuribeltz, que han disfrutado del premio de jugar una
fase de ascenso. Algo que el más optimista de los aficionados,
difícilmente llegaba a soñar en agosto.
La derrota de Murcia no es un fracaso. Es una pena, eso sí,
porque el equipo tuvo cerca el pase, a pesar de todas las
dificultados con las que se topó en el camino. Pero creo que nadie
debería sentirse decepcionado con la eliminación. El UCAM Murcia
demostró ser un equipo superior, al menos a estas alturas de la
temporada, porque considero que el Unión no ha llegado en el estado
óptimo al play-off. En cualquier caso, el UCAM se marchó de Gal
con sensación de poderío, y la confirmó al amparo de la Condomina.
El equipo local tuvo el balón, dominó a los unionistas y generó
cantidad de ocasiones de gol. Por si fuera poco, el colegiado
desequilibró aún más la contienda, al expulsar a Silas en la
antesala del descanso. La eliminatoria se puso muy cuesta arriba para
el Union. Precisamente por eso, me quito el sombrero ante el partido
que realizaron los txuribeltz.
El despliegue táctico y el derroche físico fueron dignos de
elogio. El equipo defendió dura y ordenadamente. Los jugadores se
juntaron y se apoyaron mutuamente, en un ejercicio de resistencia
numantina que rozó lo heroico. La opción del Unión estaba clara.
Aguantar todo lo posible, con la esperanza de que una acción
aislada, o una jugada de estrategia terminara con el balón en la
red. Pese a jugar con diez y arrastrar una fatiga comprensible, los
de Zulaika llegaron a crear peligro y a generar nervios e inseguridad
en las filas murcianas. El Real Unión forzó la prórroga y siguió
dispuesto a llevar su resistencia hasta el límite. El problema era
que cualquier despiste, podía condenar a los de Irun a verse por
detrás en el marcador, como ocurrió en el minuto 105 del partido.
Sin embargo, incluso con desventaja, el Unión no bajó los brazos.
Jamás se dio por vencido.
Entonces llegó el pase magistral de Romo, y todo el unionismo se
levantó al ver a Galán encarar la portería. Lástima que el balón
no le llegó en posición de golpearlo con la zurda. Otro gallo
hubiera cantado en tal caso. Con ese susto terminó el partido. Con
un Unión que compitió hasta el último suspiro y a punto estuvo de
dar la sorpresa. De todos modos, la tristeza no puede durar
demasiado. Hay motivos para pensar que el Real Unión ha vivido el
primer año de su recuperación tras la travesía por
el desierto. Las celebraciones del centenario están lavando la
maltrecha imagen del club, que por otra parte, parece haber encauzado
el aspecto económico. En lo deportivo, el presente ha sido un año
memorable. Por eso, abogo por la continuidad. Si Aitor Zulaika sigue
al mando, y una gran parte de la actual plantilla funciona como base
de la siguiente, habrá motivos para seguir soñando.