Ganar o sufrir
UNAI OIARTZUN
A perro flaco todo son pulgas. Es
la expresión que mejor define la situación que vive el Real Unión. El contexto
económico e institucional es preocupante, e indudablemente, afecta. Sobre el
verde, el juego del equipo es irregular, y los resultados no acompañan. Pero
además ha entrado en una dinámica en la que los partidos se tuercen, cada fallo
se paga caro y la suerte da la espalda constantemente. Los de Sergio Francisco
lo intentan, pelean, se desviven por mantener la nave a flote. Sin embargo, su
esfuerzo no termina de dar resultado. El último tramo del campeonato está
haciéndose muy duro para los txuribeltz. El empate de Las Palmas parecía
restablecer la tranquilidad, pero el Toledo volvió a tumbar al equipo, que no
gana desde el pasado mes de enero. Especialmente grave es la racha en el
Stadium Gal, donde el Unión arrastra la friolera de cuatro derrotas
consecutivas.
En
el caso del domingo, tampoco el mejor de los últimos partidos sirvió para
evitar la derrota. El Real Unión completó una excelente actuación, sobre todo
en la primera mitad. Plantó cara al Toledo a base de orden, equilibrio y
combinación del balón. Destacaron dos jugadores. Iker Seguin, que lleva varias
jornadas rindiendo a un gran nivel, y Mikel Abaroa, que aprovechó la ocasión
para reivindicar su valía ante el escaso protagonismo que está teniendo durante
la temporada. Los de Imanol Idiakez se vieron superados en más de una ocasión.
La diferencia en la tabla se vio reducida de manera drástica sobre el terreno
de juego. Hasta que el Toledo aprovecho la mínima concesión para sacar petróleo
al partido. Dos desajustes entre Otermin y la zaga unionista bastaron para
poner la contienda muy cuesta arriba para los txuribeltz. Teniendo en cuenta el
valor que tenía la victoria para el conjunto manchego, y la experiencia y el
oficio que atesoran sus jugadores, la remontada se antojaba complicada.
El
Unión había sufrido un castigo excesivo antes del descanso. Pero no perdió los
estribos. Pese a la obligación de buscar la portería rival, los de Sergio
Francisco mantuvieron la calma. Siguieron trabajando con el sosiego y la
concentración necesaria para encontrar el camino del empate. Las ocasiones
acabaron llegando, y Abaroa recortó distancias con uno de sus mejores recursos,
el juego aéreo. Quedaba más de media hora para el pitido final. Había tiempo
para todo. Sin embargo, la ansiedad y los nervios acabaron afectando a los
jugadores unionistas. Ante la solidez defensiva y las constantes interrupciones
que plantearon los toledanos, la paciencia se fue agotando en las filas
locales. Ya en la recta final, los txuribeltz jugaron sin criterio, buscando el
empate de manera desesperada. Y desesperante. La impotencia se adueñó de la
afición, que se retiró preocupada del Stadium Gal.
El
consuelo llega al pensar en la imagen y las sensaciones transmitidas por el
equipo. El Real Unión no está muerto. No
ha bajado los brazos, y sigue remando contra la corriente. Si mantiene el
nivel, no dudo en que salvará la categoría. Pero
tendrá que trabajar hasta el final. Con treinta y siete puntos y a falta de
seis jornadas para que finalice el campeonato, ya no habrá tranquilidad hasta
la última jornada. De momento, el
partido más importante es el del próximo sábado. Por ser el siguiente, claro,
pero también por el rival a batir. El Sariñena es colista y ya se encuentra
descendido. Lleva seis derrotas consecutivas. Esta vez no hay excusa que valga.
El Real Unión necesita la victoria. Sariñena es la única salida asequible para
los txuribeltz en lo que resta de campaña. No ganar allí podría tener graves
consecuencias.
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