martes, 15 de abril de 2014

Lo que el río ve

Resurrección
UNAI OIARTZUN
El gol de Hugo Rodríguez puede valer más que los tres puntos. La celebración del tanto fue efusiva por parte del banquillo local. En la grada, muchos aficionados respiraron aliviados. A la salida del Stadium Gal, las caras de los jugadores eran muy novedosas.  Alegres. Todo ello indica el gran alcance de la victoria del sábado. La verdad es que el resultado no ha tenido consecuencias positivas en lo que a la clasificación se refiere. Los rivales ganaron y la situación sigue apretando al Real Unión. Pero la racha ha finalizado, y el equipo ha logrado detener su caída a tiempo. En el caso de haber perdido, se encontraría ya en el puesto de promoción y a un solo punto del descenso directo. Con la victoria, el Unión recupera el pulso, la confianza y la tranquilidad necesaria para finalizar la temporada con la consecución del principal objetivo. La permanencia.
                Tras el tremendo varapalo sufrido en Sariñena, llegamos a dudar de la capacidad del equipo para levantar el ánimo y plantar cara al Athletic B. El filial rojiblanco es joven, pero atesora una enorme calidad, y lucha por jugar la fase de ascenso. Llegaba con la vitola de favorito, y parecía complicado que los de Sergio Francisco pudieran arrebatarle los tres puntos. Sin embargo, el Real Unión estuvo a la altura de las circunstancias. Los jugadores saltaron concienciados y motivados al terreno de juego. Derrocharon casta, entrega y carácter durante todo el encuentro. Y no perdieron ni el orden ni la concentración. El equilibrio entre las líneas fue constante a pesar de la ausencia jugadores importantes en el esquema de Sergio Francisco, como lo son Rodellar, Hugo Rodríguez o Goikoetxea. Los tres salieron desde el banquillo en la segunda mitad,  y resultaron determinantes en la victoria final. El míster acertó en el planteamiento del partido.
                La igualdad reinó durante la mayor parte del encuentro. Gracias a la labor de los unionistas, el Bilbao Athletic no fue capaz de llegar con peligro al área local. El Unión insistía en sus intentos, pero tampoco conseguía opciones claras de estrenar el marcador. La tensión y el nerviosismo se fueron adueñando del Stadium, ya que el mínimo detalle podía decidir la contienda. Además, los precedentes no animaban al optimismo. Un error, un desajuste defensivo de los txuribeltz podía echar por tierra el trabajo del equipo. Pero en esta ocasión, la zaga estuvo inconmensurable. Mantener la portería a cero no asegura ganar el partido, pero tarde o temprano, la ocasión acaba llegando. Un saque de puerta de Otermin fue suficiente para organizar el ataque. Romo peinó el esférico, Vega y Saizar combinaron a la perfección y dejaron la responsabilidad de finalizar a Hugo Rodríguez. El andaluz se lo tomó con calma, recortó y disparó con la derecha, para enviar el balón al fondo de la portería.
                Ya con ventaja en el marcador, el Real Unión tuvo que sufrir para mantenerla. El esfuerzo pasó factura y los quince últimos minutos se hicieron eternos. Pero la experiencia de Valín, Rodellar, Eneko Romo o Goikoetxea se impuso sobre el arrojo de los rojiblancos. Esta vez el fútbol no dio la espalda a los txuribeltz, que acabaron sumando tres puntos de oro. Con cuarenta en su haber, el equipo irundarra tiene trabajo por delante, pero sin duda ha allanado el camino. Tres o cuatro puntos más serán suficientes para mantener la categoría y tras la victoria del sábado, los jugadores vuelven a creer en sus posibilidades. No me canso de destacar el mérito de la plantilla, que nunca ha arrojado la toalla y ha vuelto a levantarse para mantener al club en Segunda B. Su respuesta ha estado por encima de la de gran parte de la afición, que no acudió a la llamada de socorro. Ocurre en todas partes, pero es triste recordar un Stadium Gal abarrotado en fases de ascenso, y ver la pobre imagen que presenta en las actuales circunstancias. 

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