martes, 27 de enero de 2015

Lo que el río ve


Esto va en serio
UNAI OIARTZUN


Lejos ha quedado el idilio que vivía últimamente la Real Sociedad B con el Stadium Gal. El sábado se convirtió en un auténtico infierno para los donostiarras, que sufrieron una aplastante derrota a manos de un incontestable Real Unión. Los txuribeltz destrozaron cualquier atisbo de duda que pudo haber surgido tras el doble empate de las últimas jornadas. Se impusieron con autoridad y endosaron un póquer de goles al Sanse, que pudo haber recibido más en caso de que los locales lo hubieran necesitado. El control del partido fue total por parte de los unionistas, que tomaron la iniciativa mucho antes de la expulsión de Bispo. El sábado se jugó al ritmo y al modo en el que el Real Unión quiso. El Sanse, desdibujado, se limitó a aguantar como buenamente pudo. Fue el partido más cómo de toda la temporada para los txuribeltz.

El derbi se puso muy de cara para los de casa en apenas diez minutos. Primero con el zurdazo de Galán, que demostró sus dotes a balón parado. Luego con la expulsión de Bispo, merecida, por prematura que fuera. Para poner la guinda antes del descanso, Callens cabeceó al fondo de su portería al intentar despejar el balón. Poco más podía pasarle al filial txuri-urdin. Sin embargo, no debería achacar la derrota a la mala suerte. El Sanse dio una imagen pobre, y no fue exclusivamente a causa de la inferioridad numérica. Hasta la acción de la segunda tarjeta amarilla, el Unión dominó el partido, robando el balón y encontrando huecos entre las líneas rivales de manera constante. Sin tener ocasiones claras, los txuribeltz crearon peligro insistentemente. Tras el primer gol, el partido dio un vuelco. Pero el Real Unión no cambió en absoluto.

En la segunda parte, los de Zulaika mostraron maneras de equipo campeón. Mantuvieron el ritmo y la presión sin que les importara la ventaja que reflejara el marcador. Tuvieron hambre de fútbol, hambre de goles, y deleitaron a una afición que no termina de acostumbrarse a semejante nivel de entrega. Hacía tiempo que el Stadium Gal no disfrutaba de un equipo tan luchador. Ver a Mikel Alonso, a Iñaki Goikoetxea o a Juan Domínguez desviviéndose por cada balón es síntoma de la ilusión que se vive en el vestuario unionista. Los veteranos creen en las posibilidades reales de este equipo, y los más jóvenes deben dejarse contagiar. La confianza va en aumento, pero el nivel de exigencia no puede disminuir. La igualdad sigue patente en la clasificación, y cualquier relajación podría acabar con el sueño unionista.

Porque inevitablemente, nadie mira ya a la permanencia como único objetivo. Dos victorias más asegurarían la continuidad del Real Unión en Segunda División B. Es impensable no cumplir con esa meta. Pero hay que superarla. A partir de entonces, los txuribeltz tendrán licencia para aspirar a cotas más elevadas. Las dos próximas jornadas podrían marcar el rumbo. El Unión visitará al Guadalajara, cuarto, y recibirá al Toledo, séptimo clasificado. Las aspiraciones de los txuribeltz podrían depender de los próximos resultados. Eso en cuanto a la liga. En Copa Federación, el Real Unión ha alcanzado los cuartos de final y puede plantearse ya la posibilidad de luchar por la competición. El próximo escollo es bastante más complicado que el Almudévar. El Atlético Baleares es un equipo de 2ªB que ha conseguido eliminar al Toledo en la ronda anterior. Pero el premio de jugar una semifinal es suficiente motivación como para no permitir el mínimo despiste.

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