Una vez más
UNAI OIARTZUN
Volvió a ocurrir. Decenas de aficionados unionistas se
acercaron a las instalaciones de Zubieta. Albergaban la esperanza de ver a su
equipo ganar el derbi guipuzcoano. Pero de nuevo se dieron de bruces con la
realidad. Si hay un partido que año tras año resulta especialmente complicado
para el Real Unión, es el derbi de Zubieta. En esta ocasión, la Real Sociedad B
desarboló a lo txuribeltz tirando de velocidad
y verticalidad. El Unión fue un equipo desdibujado, nada que ver con lo
demostrado en las dos jornadas anteriores. Recibió tres goles, y bien podía
haber sido alguno más. El Sanse humilló a los de Irun, y los aficionados
abandonaron Zubieta con la cabeza gacha, degustando el amargo sabor que casi
año tras año experimentan en la salida más cercana de la temporada.
Pero
perder en Zubieta no fue cosa del destino. El Real Unión no mostró su mejor
versión, y el Sanse supo aprovechar las carencias de los txuribeltz. Explotó
sus posibilidades hasta destrozar al rival. Aitor Zulaika recuperó la idea del
Alcoraz. Colocó a Azkoiti en el lateral derecho, adelantando a Urkizu al
extremo. Puede tratarse de una apuesta de cara a los partidos de fuera de casa.
Pero al menos en esta ocasión, no dio resultado. Azkoiti es un jugador
contundente, pero lento para la posición de lateral. De modo que se vio reiteradamente
superado por la velocidad de Hervías o de Héctor Hernández, artífice del primer tanto de la tarde. El gol fue un punto de inflexión. Porque hasta aquél momento,
el Real Unión había llegado incluso a dominar el partido. Sin crear excesivo
peligro, pero conteniendo y controlando a los txuri-urdin, por medio de la
colocación y de la presión.
El
tanto cambió el partido, y todo lo que habían logrado los txuribeltz fue
desmoronándose poco a poco. El final de la primera parte fue de total dominio
donostiarra. El Sanse se sacudió los nervios y las dudas y se sintió capaz de
hacer daño al rival. El Unión aguantó el chaparrón con el objetivo de llegar
cuanto antes al tiempo de descanso. Sin embargo, el paso por el vestuario no
cambió demasiado las cosas. Durante la segunda parte, el de Zulaika fue un
equipo roto, falto de ideas y de eficiencia en la creación. A partir de los
cambios el equipo terminó de partirse. Sin Rodellar ni Mikel Alonso, el Unión
perdió el centro del campo. Y a pesar de contar con dinamita en las
inmediaciones de la portería de Bardaji, no había manera de hacer llegar el
balón a ese extremo del campo. Mientras tanto, Oyarzun y Hervías se pusieron
las botas ante los pasillos que dejaban los txuribeltz.
Pasado
el mal trago de Zubieta, el Real Unión necesita corregir sus errores para
minimizar el daño durante las próximas jornadas. Uno de los mayores problemas
es la evidente debilidad defensiva, que por lo visto el sábado, va más allá de
las jugadas de estrategia. Pero además es necesario que el Unión recupere la
conexión entre las líneas, la colocación y el orden que mantiene unido al
equipo. Ser un bloque y trabajar en la misma dirección es un gran paso hacia la
victoria. Hacia los tres puntos que necesita sumar el conjunto txuribeltz. La
próxima jornada depara otro encuentro de máxima dificultad. El líder
Guadalajara visita el Stadium Gal. El manchego es el único equipo que ha sumado
los nueve puntos en juego. Mucho debe mejorar el Unión para conseguir la
victoria.
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