UNAI OIARTZUN
Menudo estacazo se dio el domingo el Real Unión en Valdebebas. El Unión y sus aficionados, por supuesto, que no pudieron reconocer al equipo de las siete jornadas anteriores. A ese bloque seguro, compacto y efectivo. Todo se diluyó ante la evidente superioridad del Real Madrid C. Un equipo joven e inexperto en la categoría, que se permitió incluso impartir lecciones a los veteranos jugadores unionistas. Es duro decirlo, pero así fue. Y lo mejor que pueden hacer los de Sergio Francisco en este momento es espabilar cuanto antes, aprender de los errores cometidos y afrontar con fuerza el próximo partido. Que la derrota sirva de acicate para volver rápido al buen camino.
Menudo estacazo se dio el domingo el Real Unión en Valdebebas. El Unión y sus aficionados, por supuesto, que no pudieron reconocer al equipo de las siete jornadas anteriores. A ese bloque seguro, compacto y efectivo. Todo se diluyó ante la evidente superioridad del Real Madrid C. Un equipo joven e inexperto en la categoría, que se permitió incluso impartir lecciones a los veteranos jugadores unionistas. Es duro decirlo, pero así fue. Y lo mejor que pueden hacer los de Sergio Francisco en este momento es espabilar cuanto antes, aprender de los errores cometidos y afrontar con fuerza el próximo partido. Que la derrota sirva de acicate para volver rápido al buen camino.
Extraña la pobre imagen que ofrecieron los unionistas el
domingo. Sorprende por el contexto, por los precedentes de las últimas
jornadas. Pero también por el cambio negativo que sufrió el equipo durante el
encuentro. La verdad es que el Real Unión saltó correcto al terreno de juego.
Muy bien colocado, serio en defensa y fuerte en cada disputa. Movió el balón
con criterio, sin precipitarse y buscando el hueco para penetrar en la defensa
madrileña. Sin prisa, pero cómodo con el balón en los pies. Todo eso duró poco
más de diez minutos. Los locales tuvieron una buena ocasión en el catorce, y se
vinieron arriba. Aumentaron la presión y arrebataron la posesión a los
irundarras.
A partir de ese instante, el partido cambió radicalmente.
Afectado también por la lesión de Eneko Romo, el Unión se encogió hasta el
punto de parecer el filial de la contienda. Lo digo por errores defensivos como
el que propició el primer gol local.
Hasta tres jugadores blancos pudieron rematar el balón con total tranquilidad.
Tampoco se queda atrás el segundo tanto, a raíz de una contra tras un córner en
campo madridista, donde se quedó más de medio equipo irundarra. Con el marcador
en contra no quedaba más remedio que arriesgar, pero descuidar la portería de
esa manera puede tener consecuencias fatales. Parece que la defensa se lleva la
peor parte en esta ocasión. Pero no es así. De medio campo para adelante el
Real Unión estuvo irreconocible. Lento, espeso, predecible. Jugadores del peso de Juan Domínguez o Gaizka
Saizar pasaron desapercibidos.
El equipo txuribeltz realizó la peor actuación en lo que
va de temporada. Había que admitirlo y analizarlo. Pero no deja de ser un tropiezo,
un bache de los muchos que habrá que superar en el camino. Para bien o para
mal, las rachas no se alargan eternamente. Esta se ha terminado y otra vendrá
más pronto que tarde. Que nadie se alarme. Nueve jornadas han servido para
demostrar el potencial que atesora el Unión de Sergio Francisco. Y llega la
décima, ese primer punto que nos pusimos para hablar de clasificaciones y
objetivos. Mucho dependerán los comentarios, del resultado que obtenga el
equipo en la próxima jornada. El atracón madrileño acabará con la visita del
filial del Getafe al Stadium Gal. Si el Real Unión consigue la victoria ante los azules hará olvidar el
golpe de Valdebebas y seguirá ilusionando a la afición txuribeltz.
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