Lavado de cara
UNAI OIARTZUN
Las
sensaciones coincidían al término del encuentro del sábado pasado. Sorpresa,
alegría y alivio se mezclaban con el viento y el frío del ambiente. La afición
había vuelto al Stadium Gal molesta aún por la última actuación de su equipo. La
verdad es que tampoco albergaba demasiadas esperanzas de cara a la visita del
Leganés, uno de los equipos punteros de la categoría. A la entidad del rival y
al delicado momento de la vuelta de vacaciones, había que sumarle el número de
bajas que sufría el Real Unión. Especialmente en la línea defensiva. Por si
fuera poco, una lluvia torrencial se cebó con el Bidasoa durante la hora previa
al partido. El resultado, un campo inundado, un lodazal donde se hacía muy
complicada la práctica del fútbol. Se insinuó la suspensión del partido, pero
el árbitro decidió dar luz verde a la disputa.
En semejantes condiciones, los
equipos debían cambiar los planes. De poco servía tocar el balón y jugarlo raso.
No había ninguna razón para tomarse riesgos absurdos. El Unión fue el primero
en entenderlo, con el balón que Yeray quiso ceder al portero y que acabó
bloqueado en un charco al borde del área. Carlos Álvarez no desaprovechó el
regalo y otorgó una gran ventaja a su equipo. Si de inicio al respetable le
costaba creer en la victoria, el gol del Leganés venía a confirmar los temores.
De hecho, durante la primera media hora del partido el equipo madrileño parecía
controlar perfectamente el partido. El
tanto le permitía jugar con tranquilidad y centrarse en defender y en mantener
la ventaja obtenida. Fue el gol en propia puerta lo que cambió el rumbo del
envite. Mikel Santamaría devolvió el regalo introduciendo el balón en su
portería. El empate dio alas a los txuribeltz.
A partir de ese instante el Real
Unión fue claro dominador el encuentro. Consiguió adelantarse justo antes del
descanso, gracias a un pase magistral de Eneko Romo y una finalización digna
del Goikoetxea de los mejores tiempos. Esa conexión entre viejos compañeros fue
una de las mejores armas en el plano ofensivo. El momento en el que el Leganés
recibió el segundo tanto acabó por
desequilibrar la contienda. A la vuelta de los vestuarios los de Sergio
Francisco deleitaron a los suyos con una demostración de todo aquello que pedía
un césped en tan maltrecha situación. Juego práctico y directo, pocas
concesiones y muchísimo esfuerzo. Los irundarras superaron en casta a los
madrileños, que arrojaron la toalla a partir del tres a uno. El Unión siguió
trabajando y la tarde pudo acabar con una abultada fiesta de goles. Sin duda
alguna, el campo condicionó el encuentro. Pero en esta ocasión, fueron los de
casa quienes supieron sacarle todo el jugo.
La capacidad de reacción y la de adaptarse
a la situación son los aspectos más positivos de la jornada del sábado. Además
de ello, cabe destacar la actuación de los más jóvenes. Itxaso y Morcillo
sustituyeron a dos fijos en el once unionista, como son Otermin y Piette. Les tocó un partido complicado y con solo
diecinueve años, cumplieron perfectamente su cometido. Jon Granado también tuvo
su premio pero poco pudo demostrar en un solo minuto y en una posición inusual.
Fueron las bajas del equipo las que propiciaron la participación de los tres
jugadores, pero su respuesta es una garantía de cara al futuro. Es probable que
el jueves tengan una nueva ocasión de
codearse con experimentados jugadores de Segunda B. Los octavos de final de la
Copa Federación han deparado una atractiva e igualada eliminatoria contra el
Amorebieta. Tras disputar el partido de ida, el Real Unión visitará a la Peña
Sport el fin de semana. El equipo de Tafalla es colista y los txuribeltz
tendrán una gran ocasión de volver a encadenar dos resultados positivos.
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