Nada que reprochar
UNAI OIARTZUN
Sorprende leer crónicas y
comentarios más bien negativos en cuanto al punto cosechado por el Real Unión
el pasado domingo. De acuerdo en que la última plaza para el play-off sigue muy
lejos. Parece complicado que los de Irun acaben jugando las eliminatorias por
el ascenso, pero hay algo que ha quedado claro. Los txuribeltz pelearán hasta
el final y agotarán las últimas opciones de clasificarse. No hay mejor muestra
de ello, que la paliza que se pegaron el domingo en el impracticable terreno de
juego de Ipurua. Césped o verde, son palabras que no se le pueden aplicar. Y lo
de terreno de juego, es algo que pudo haberse puesto en duda, por el riesgo que
suponía en lo que a lesiones se refiere. Si no, que se lo pregunten a Chupe, a
Toño o a Lambarri.
El
derbi fue un partido igualado, disputado, trabado y de muy poco juego. Poco vistoso, feo incluso para el espectador
acostumbrado al fútbol de primer nivel. Pero ayer, un servidor disfrutó de ver
la brega y entrega de los jugadores, que se enzarzaban en duras disputas por el
esférico, o se hundían en el barro de la banda. Que me digan que eso no es
espectáculo. Ayer tocaba trabajar y partirse el alma para rescatar algo
positivo de Ipurua, y el Real Unión estuvo a la altura de las circunstancias.
Vaya que si estuvo. Desde Otermin hasta Infante, todos dieron la talla. Destacó
la medular irundarra, que maniató a la armera en la mayor parte del encuentro.
El trabajo de Albistegi, Moscardó y Valín fue una de las razones por las que el
Unión acabó superando al Eibar en los últimos minutos. La ausencia de Chupe en el once, fue la mayor
sorpresa para el entorno unionista. En mi caso, pensé que se trataba de una
elección de Idiakez para añadir mordiente en la segunda parte, tal y como
hiciera Montanier con Carlos Vela el pasado viernes. Fueran cuales fueran, la
lesión del madrileño trastocó los planes del míster.
Desde
el pitido inicial, los de Idiakez tuvieron claro el objetivo de mantener la
portería a cero, y lucharon por conseguirlo hasta que el colegiado condicionó
el partido en el minuto uno del segundo acto. Un penalti dudoso puso cuesta
arriba el partido a un Real Unión que no se dio por vencido, y que siguió
adelante creyendo en la remontada. El empate llegó en otra pena máxima que
devolvió la emoción al choque, y que de paso, servía a Igor Angulo para sumar
su séptimo tanto con el que iguala a Juan en el apartado de goleadores. El
único pero que se le puede poner al equipo es no haber sido capaz de
desequilibrar la balanza en el tramo final de la segunda parte, donde fue
netamente superior a un Eibar cansado y desbordado. Infante y sobre todo
Moscardó, tuvieron en sus botas el tanto de la victoria, pero erraron en dos
clarísimas ocasiones de gol.
Tal
y como decía, el punto no permite recortar distancias en la clasificación, pero
la actual sensación es muy diferente a la de tres jornadas atrás. El empate en
Eibar, sumado a la contundente victoria
frente al Noja, ha cambiado la cara al Real Unión. No es la primera, ni la
segunda transformación, lo que dice mucho de la irregularidad del conjunto de
Imanol Idiakez. En este momento, los de Irun han cogido la ola y deben
aprovecharla durante el máximo tiempo posible. El sábado toca recibir una de
las visitas más esperadas de la temporada. La Real Sociedad B asaltará Gal con
la clara convicción de arrebatar los tres puntos al equipo de Idiakez. Sobra
recordar la motivación con la que los txuri-urdin acostumbran a presentarse en
Irun, por lo que el Real Unión deberá volver a trabajar para amarrar los tres
puntos. Esta vez, el campo y la afición estarán de su parte.
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