martes, 5 de febrero de 2013

Lo que el río ve


Esto me suena
UNAI OIARTZUN
El segundo asalto comienza a parecerse peligrosamente al que vivimos el año pasado. Salvando la contundente victoria contra el Izarra, tres derrotas consecutivas han alejado de su objetivo a un Real Unión que parecía capaz de lo mejor, pero que se ha atascado por completo. La imagen no ha sido del todo mala, pero los resultados son quienes rigen el destino de los equipos y el de Irun ya se encuentra tan cerca de la promoción de descenso como de los play-off de ascenso. Nueve puntos, tres partidos, son los que separan a los de Idiakez de unos y otros. Parece mentira, pero así es la competición y el Real Unión está pagando caros sus errores, como ya lo hiciera la temporada pasada. Esperemos que no siga el mismo ritmo.
                Se puede hablar de árbitros, jueces, lesiones, sanciones, lluvias, charcos y lodos, que podríamos englobar en un tópico llamado factor suerte. Es verdad, la suerte no ha estado del lado de los del Stadium Gal en las últimas jornadas. Tampoco la coyuntura económica, ni los problemas derivados que se puedan estar gestando en las entrañas del club, ayudan a la buena marcha del primer equipo unionista. Desconozco la profundidad del problema y admiro el mérito de quienes siguen peleando y navegando contra la corriente. Está claro que todo influye, pero en cuanto al ámbito estrictamente deportivo, de poco sirve lamentarse. Más provechosa es la práctica de analizar los errores y tratar de buscar las soluciones pertinentes.
                Cero goles en tres jornadas, un dato significativo que viene a aclarar la mayor carencia del Real Unión. La semana pasada apelaba a la presencia de Lambarri y de Colinas en el campo como alternativa a la ineficacia ofensiva del equipo ante el Alavés. Ayer estuvieron sobre el patético césped de Las Gaunas  y el resultado fue idéntico. Cero. Y cuando un equipo no marca, un solitario gol es suficiente para echar por tierra todo el trabajo. Ocurrió en Gal contra el Alavés, y no fue muy diferente el domingo pasado en Logroño. Lo malo es que Idiakez no tiene más recambios. La plantilla es corta y se hace notar. El mismo domingo, ante la ausencia de los centrales titulares el míster tuvo que alinear a Herreros y recolocar a Valín, que venía de hacerlo bien en el centro del campo. Con la baja de Villanueva, el banquillo unionista se completaba con hasta tres jugadores del filial. No estoy en contra de que entren, al contrario, pero el hecho dice mucho de la escasez del primer plantel.
                Decía que los dos partidos consecutivos fuera de casa podían eliminar casi por completo al Real Unión de la pugna por los puestos de honor. Queda una opción para evitarlo y pasa por ganar en Teruel. Admito que es fácil caer en el desánimo, pero el equipo necesita apoyo y si no lo siente, seguirá en la peligrosa dinámica negativa que lo ha llevado a donde se encuentra. ¿Que el Real Unión debería aspirar a más? Es posible, pero no se puede escapar de la realidad y hay que ser consciente de ella. ¿Qué se puede hacer para evitar el desastre? Animar, apoyar y confiar en dar la vuelta a la situación. Una racha positiva podría volver a arrimar al Unión al grupo de los mejores.

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