Haraquiri
UNAI OIARTZUN
Nada más conocer el resultado
final del choque del domingo, estaba seguro de tener que abrir estas líneas hablando
de cómo un colegiado puede reventar un partido en un momento. O algo por el
estilo. Pero entonces llegaron las imágenes del encuentro, para dejarme pasmado y hacerme cambiar de opinión radicalmente.
Lo que ahora no puedo explicarme, es la manera en la que el Real Unión acabó
echando por la borda todo el trabajo realizado durante más de una hora de
partido. Las jugadas de pena máxima no ofrecen dudas y son consecuencia de fallos
tontos, infantiles o como quieran llamarlo, pero de evitables errores
defensivos a fin de cuentas.
Si
la semana pasada hablaba de la suerte, esta vez no hay suerte que valga. Los
unionistas se adelantaron por dos veces en el marcador, para acabar regalando
los puntos a un Teruel que no ganaba en La Pinilla desde Semptiembre. Los
txuribeltz se las prometían felices, al ver cómo Albistegi remataba la bonita
dejada de Lambarri, fusilando al portero y logrando un gol que se le había
resistido durante la temporada. Tras cerca de trescientos minutos sin marcar,
el Unión volvía a ver puerta, recuperaba confianza y encarrilaba el envite de
Teruel. Aun habiendo recibido el empate, los de Irun supieron rehacerse para volver
a golpear duro por mediación de Colinas. Incluso el árbitro, al que esta vez
poco puede achacársele, quiso poner su granito de arena al expulsar a Monforte,
baluarte del equipo maño. Poco más se podía pedir.
Pero
entonces llegaron los nervios, la presión y los graves errores de la zaga. El
suicidio en forma de penalti. Kijera, gran protagonista en la jugada previa al
segundo gol unionista, lo fue también,
por desgracia, en las dos faltas dentro del área. Es preocupante que un jugador
del nivel y la experiencia del hernaniarra cometa fallos del calibre de los del
domingo. Tonto consuelo es saber que la escuadra irundarra dominó el juego durante la mayor parte del partido y
que tras encajar el tercero, los de Idiakez fueron con todo a por la victoria.
La derrota es la que cuenta, y la que duele.
Perder
los dos partidos fuera de casa podía suponer la eliminación total del Unión en
lo que al play-off de ascenso se refiere. Y a decir verdad, los resultados
cosechados parecen confirmarlo. Cuatro derrotas consecutivas han alejado hasta
los doce puntos al equipo de Idiakez. La ventaja es enorme, no nos engañemos. A
día de hoy, jugar la fase de ascenso es poco menos que una quimera. Por el
momento, no hay más remedio que mirar al próximo partido, que tras las últimas derrotas,
adquiere una importancia capital. Ganar al Noja en Gal es casi una obligación.
No ya por seguir el ritmo de la cabeza de la tabla, sino para meter tierra de
por medio respecto a la zona roja de la clasificación. Suena fatal, pero
tenemos el precedente de la última campaña y más vale salvar cuanto antes la
temporada. Luego ya veremos.
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