martes, 21 de mayo de 2013

Lo que el río ve


Trabajo sin recompensa
UNAI OIARTZUN
Tampoco la Copa ha servido de consuelo a un Real Unión que ha sufrido mucho más que disfrutado esta temporada. Las ganas y la solvencia del Tudelano pudieron con la ventaja de la que gozaban los irundarras. Ha sido un triste final para una temporada irregular, marcada por el gran número de despropósitos de distinta índole que han condenado al equipo a la octava posición. Una plaza que no era la soñada al inicio de un año impar. Es complicado decir ahora que el Unión merecía haber estado más adelante en la clasificación. Pero sinceramente, es la sensación que me queda al hacer repaso de los puntos que, injustamente, se han quedado en el camino, o de las lesiones que han mermado a una plantilla demasiado corta. Pero sobre todo, del trabajo y del compromiso que ha demostrado un grupo de jugadores que se ha vaciado por la elástica txuribeltz. Opino que en ese sentido, poco más se podía haber pedido.
                Sobre el partido de Tudela, decir que supuso el último capítulo de la pesadilla que ha vivido el Real Unión, salida tras salida. Los números como visitante son, cuanto menos, preocupantes. Solo dos equipos han ganado menos partidos que los unionistas fuera de casa y las nueve derrotas han sido una pesada losa para el equipo. Sin lugar a dudas, es la asignatura pendiente de cara a la temporada que viene. El Stadium Gal ha sido el salvador de una campaña en la que la fortaleza como local ha sido la mayor garantía para el Unión. Equipos que a la postre han estado arriba, como el Amorebieta, el Barakaldo o el Bilbao Athletic, han sucumbido a orillas del Bidasoa. Gal ha ofrecido grandes tardes de fútbol, con minutos de mucho nivel por parte de los de Imanol Idiakez. Tras un mal inicio, el entrenador donostiarra ha logrado implantar su vistoso y valiente estilo de juego, y la afición irundarra ha podido disfrutar del mejor espectáculo desde los buenos tiempos de Iñaki Alonso.
                Idiakez ha sacado jugo a una plantilla de solo dieciocho jugadores. Algunos contrastados y experimentados en la categoría, y otros completamente desconocidos para el aficionado txuribeltz. Es el caso de los dos últimos fichajes, Andriu y Chupe, gratas sorpresas que han justificado con creces su incorporación. Ha sido agradable disfrutar de un lujo de lateral como Gorka Kijera, y del mejor Albistegi de los últimos años. El lado más triste lo han dejado hombres como Toño Vázquez o como Colinas, que no han tenido continuidad por culpa de las lesiones y que sin embargo, han demostrado la calidad que atesoran. Son algunos de los nombres que podrían ser claves de cara a la temporada que viene. A los que añadiría, sin dudarlo, a algunos de los valores que vienen tocando a la puerta del primer equipo. Balerdi, Arzamendi y otros jóvenes del filial pueden ser la base del Real Unión del futuro. Nos hay más que ver a Infante, consolidándose como jugador de Segunda División B. Las cosas están cambiando en la factoría unionista y con el tiempo deben tener reflejo en el primer equipo. Cuidar la cantera supone ahorrar dinero y ganar apoyo. No hace falta mirar muy lejos para comprobarlo.
                Allá por julio del año pasado, el club apostaba por un proyecto a largo plazo y aunque ahora parece complicado, personalmente creo que es el camino a seguir. Esta temporada puede haber puesto los cimientos de un futuro prometedor y sería una auténtica pena el no poder darle continuidad. Todo depende de la economía del club, que tiene la difícil tarea de solventar los  problemas de la campaña que acaba de finalizar, antes de planificar la siguiente. Son tiempos duros, de flaquezas y disgustos para las entidades deportivas modestas. El Real Unión no escapa de la realidad y se encuentra en una complicada tesitura. En el seno del club sabrán de la profundidad del problema y a ellos les toca decidir el rumbo a seguir. He hablado de la mejor opción deportiva, pero tengo muy claro que lo primero es la supervivencia de este club histórico, que bajo ningún concepto debe verse abocado al desastre, y menos en vísperas de su centenario. Y si para ello hay que renunciar a  las cotas a las que nos ha acostumbrado el Unión en la última década, que así sea. Veremos las noticias que llegan en las próximas semanas. Mientras tanto, ha soñar con nuestro Real Unión. Nos vemos en el Stadium Gal. 

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