UNAI OIARTZUN
Es preocupante que tras la séptima jornada, tenga que volver a arrancar hablando de la actuación del colegiado
en el último encuentro del Real Unión. Lo triste es que realmente, no queda más
remedio. Lo dijo Imanol Idiakez en la rueda de prensa: “ Es suficientemente
determinante lo que ha hecho el árbitro como para que lo que ha pasado en el
juego quede en segundo plano”. Un penalti no pitado y una expulsión extremadamente
rigurosa fueron losas demasiado pesadas. Dos decisiones que cambiaron el rumbo
del partido en cinco minutos. Con el gol anulado a Lambarri ante el Logroñés ya
son cuatro los puntos que debía haber sumado
el cuadro txuribeltz. Hagan cuentas y piensen qué lugar ocuparía el Unión en la
clasificación general. Y eso sin hacer un solo partido brillante.
Nadie
discute que el Eibar dominó por completo la primera parte. Suyas fueron las
mejores ocasiones, que por acierto del debutante Villanueva no subieron al
marcador. El Unión sufrió de lo lindo y estuvo a merced del cuadro armero. Pero
aguantó y mantuvo el empate a cero hasta el final del primer periodo. En el
segundo hizo lo más difícil. Superó al Eibar en el centro del campo, cogió las
riendas del partido y consiguió ponerse por delante en el marcador, tras una
espléndida pared entre Lambarri y Juan Domínguez, que el donostiarra supo rematar magníficamente. El gol alentó a la grada, que hasta el momento no había
creído en la victoria y el equipo se vino arriba. Sin embargo, cuando el 2-0
parecía cuestión de tiempo, apareció el de negro para destrozar el derbi en un
momento. Aún así, el Unión se mantuvo firme y mientras el público desesperaba
ante cada decisión del señor García, los txuribeltz trabajaron para mantener el
resultado. Y a punto estuvieron de conseguirlo. Pero el Eibar es el Eibar, y
sabemos lo que eso significa. Si el partido no está sentenciado y el equipo
azulgrana lleva vivo al final, el rival tiene el grave peligro de encajar un
gol en el último suspiro. Los peores augurios se cumplieron y el árbitro vio
recompensada su incansable labor. Dos puntos volaron del Stadium Gal.
El
balance de daños al término del encuentro es desalentador. Kijera abandonó
lesionado el terreno de juego y Lambarri y Domínguez fueron expulsados, de modo
que no podrán jugar el próximo partido. Pero no quiero que lo positivo quede
en segundo plano. He nombrado al portero Villanueva, sensacional en su debut,
igual que Toño Vázquez, en el estreno ante su público. Gran partido de Juan
Domínguez, ese jugador diferente, que aporta algo especial al equipo. Bien
en las bandas, tanto Chupe como Colinas. Desborde y velocidad. Pero lo
más importante, insisto, es el trabajo colectivo. El domingo, sobre todo tras el
1-0, el Real Unión demostró ser un equipo, capaz de sufrir y pelear cuando hace
falta, pero también de jugar y combinar, aunque sea de manera intermitente. Por
ahora. El sábado toca rendir visita a la factoría de Zubieta, donde esperará un
Sanse con el que habrá que tener mucho ojo. No en vano viene de propiciar el
segundo susto consecutivo al Alavés. Toca levantarse y salir a arrollar al
filial txuriurdin.
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